Edson Arantes Do Nascimentos, “Pelé” trascendió el 29 de diciembre y se convirtió en leyenda… Aunque ya lo era. Sin embargo, su partida ya no deja la vara muy alta. Sencillamente, no existe en el fútbol, quien pueda superar su grandeza, su talento, su carisma y su humanidad. Nadie.
Los medios del mundo titularon con grandes letras la partida del ídolo. Futbolistas y personajes de los más variados ámbitos lamentan la partida de un hombre que, en vida, se convirtió en leyenda, y en el primero de un universo de celebridades que hicieron del deporte del balón, un arte.
“Te amamos infinitamente…”
Su hija, Kely Nascimentos, hija de un grande y de esta época, no despidió al futbolista, sino que a su padre, al ser humano, con estas palabras en su cuenta de Instagram: “Todo lo que somos es gracias a ti. Te amamos infinitamente. Descanse en paz”.
Fue la despedida de una hija, y quizás las palabras que muchos de sus “hijos de profesión” que recrearon y recrearán sus geniales jugadas, quisieran haberles dicho al momento de su partida. Es que más un padre, fue un hombre ejemplar, que marcó la vida de millones de hombres que se dedicaron no sólo al fútbol, sólo por la magia de “Pelé”.
El respeto como principio
¿Por qué “Pelé” concitó tanto cariño? Porque se construyó a punta de esfuerzo, e hizo mérito toda la vida no para ser un ídolo, famoso o reconocido mundialmente, sino que para ser un buen hombre, un ejemplo no sólo para su familia, sino que para el mundo… sin proponérselo.
Alguna vez dijo: “Esta es una gran responsabilidad. Me siento muy cómodo aunque algo que no puedo descifrar es por qué Dios me dio este regalo. Esto ha sido un regalo de dios, y yo trato de ser la mejor persona posible. Intento ser respetuoso, trato prepararme y siempre gozar de buena salud. Pero lo más importante es respetar a la gente”.
Hijo del rigor
Hijo del rigor, nacido en 1940 en una zona pobre de Minas Gerais, descubrió su talento muy pequeño. Y su crecimiento fue explosivo. Debutó en el club de sus amores, Santos, a los 15 años, y al año siguiente ya desplegaba su talento en la selección de su país. Y sin embargo, nunca dejó de ser una buena persona.
Y así condujo su vida. Con respeto, amor por su familia, amor por el deporte y una enorme sonrisa que siempre iluminó su rostro, el mismo con el que humildemente saludaba a quien quería acercarse, fotografiarse o demostrarse su admiración. Todo lo que se espera de un deportista. Un ejemplo.
Muchos medios hablarán de sus palmarés, de sus tres copas mundiales, de sus jugadas de fantasía, de lo grande que fue para Brasil este hombre que puso llevó al fútbol a un nivel insospechado para su tiempo.
Aquí, humildemente, quisimos resaltar la vida de un hombre bueno, de un deportista talentoso, de un padre de familia ejemplar, del que celebramos su gran vida, y lloramos su partida, su nueva etapa como la más grande leyenda del fútbol mundial.
