El presidente ruso, Vladímir Putin, ni pescó la orden de arresto internacional que decretó el Tribunal Penal Internacional (TPI), y se mandó a cambiar a Sebastopol, ciudad naval de Crimea, para participar en varios actos de homenaje.
El hijo del viejito Putin no había hecho acto de presencia en la región desde que comenzó su criticada invasión a Ucrania, cuya incursión no le salió para nada bien, porque los ucranianos se defienden como gatos de espalda -y con éxito- de los ataques rusoskys.
Que se vayan a la…
Y a pesar de que en el país de los zares desestimaron la orden para llevarlo a la capacha, el fiscal jefe del TPI, Jarim Jan, está optimista de que el mandamás ruso enfrente los presuntos crímenes de guerra de los que se les acusa.
Entre ellos, se le chupetea por la “deportación ilegal de niños” ucranios hacia territorios rusos, acción deleznable a todas luces, si se comprueba que es así.
Pulentosky viaje
En tanto, Putin, viajó por sorpresa a Crimea en el noveno aniversario de la anexión de la península del mar Negro, y mandó a la punta del cerro la orden de arresto en su contra, zona donde visitó un centro de arte infantil.
“Nuestro presidente sabe cómo sorprender”, sostuvo el gobernador de la ciudad, Mijaíl Razvozháyev. Esta es la primera vez que Putin visita Crimea desde julio de 2020, cuando presidió un acto militar en la ciudad de Kerch. El jerarca participa cada 18 de marzo en los actos de homenaje a la anexión.
El año 2022 lo celebró en el estadio moscovita de Luznikí, donde se jufó la final del Mundial de 2018, casi dos meses después de comenzar lo que denominó “operación militar especial”, contra Ucrania.
