Echo de menos a Rojas-Vade

/
2 minutos de lectura

Que no se confundan las cosas. El pelao Rojas-Vade pasó a la historia nacional de los chantas. Fresco, mentiroso, carepalo, fue el quien partió con el desprestigio de la Constituyente antigua (luego le ayudaron varios otros). Yo le tengo bronca, porque compré dos números de la rifa para pagarle el tratamiento.  Pero igual lo echo de menos, porque era cahuinero. Todos estábamos preocupados de él: si iba a tener la patudez de aparecer, si devolvía la plata (los números de la rifa me salieron caros), si lo iban a meter preso.

La Constituyente nueva es otra cosa. Todos de chaqueta y corbata, zapatitos lustrados, y las damas con traje de dos piezas, taquitos, uñas de manicure, peinado de peluquería. Nadie llegó con una guitarra ni disfrazado de dinosaurio. A lo mejor también tienen sus chantas propios, pero todavía no se sabe, no se nota.

El tema es que toditos serios y responsables, este proceso no calienta a nadie. Casi ninguna persona conoce a los nuevos constituyentes, a menos gente le importa. Tengo ganas de hacer un “Pepito paga doble constituyente” para instalarme en el paseo Ahumada: se apuesta luca y el que conoce el nombre de uno de los expertos que van a hacer la Constitución gana dos lucas. Estoy seguro de que recupero la plata de la rifa.

Antes estábamos preocupados. “¿Supiste la última de la Constituyente?”. Hoy la pregunta es otra. “¿Supiste algo de la Constituyente?”.

Reconozcámoslo: está menos prendio que bailar un lento con la hermana. Tiene menos brillo que un zapato de gamuza. Tiene menos sabor que un helado de agua mineral. Es más fome que una clase de matemáticas después de almuerzo.

A %d blogueros les gusta esto: